Desde añazos (diría la abuela Arcelia) escuché en casa que nuestra familia descendía del fundador de Córdoba don Jerónimo Luis de Cabrera. De culillo lo repetía con el pecho hinchado a quien quisiera escucharme. No pasó mucho tiempo -por suerte- hasta llegar a darme cuenta que en realidad el 87,4% (punto más, punto menos) de las familias cordobesas somos descendientes del fundador. Es decir, él y un singular grupete de exploradores fueron los padres de todas las familias criollas.

Golpeado con la contundente realidad de que descender de Adán y Eva no es motivo de orgullo, encontré algunos datos en nuestra genealogía que ayudaron a condimentar ese pecho malherido y desinflado. Me dió curiosidad conocer quienes eran esos otros aventureros que acompañaron a Cabrera y si tendríamos más lazos familiares. Y quedé sorprendido de cuan auténticamente criolla y cordobesa es nuestra familia. Pero vamos primero a conocer al personaje central.

Jerónimo Luis de Cabrera y Zúñiga había nacido en Sevilla allá por el año 1528. Tenía solo 10 años de edad cuando se embarcó hacia “las indias” junto con su medio hermano Pedro de Cabrera, arribando a Panamá en 1538 que por entonces era sede de la Real Audiencia de Indias. A partir del traslado de esta audiencia a Lima con la creación del Virreynato del Perú, Cabrera se estableció en 1548 en Cuzco. Allí ayudó a sofocar la revuelta de Gonzalo Pizarro (hermano de Francisco) y Hernández Girón en un intento de independizar al Perú de la Corona Española.

En el año 1560 se casa con Luisa Martel de los Ríos. Nacida en Panamá pero de familia originaria de la Córdoba andaluza, y en cuyo honor el fundador puso nombre a nuestra ciudad comechingona.

Descubridor de los valles de Pisco e Ica, se establecíó allí en 1563 para fundar la ciudad de San Jerónimo de Valverde. Cuatro años más tarde es nombrado Corregidor y Justicia Mayor de Potosí y Charcas por el virrey Francisco Álvarez de Toledo. En Septiembre de 1571 es designado Adelantado para la exploración y conquista de nuevas tierras, y para fines de ese mismo año el virrey lo nombra “Gobernador del Tucumán, Juríes y Diaguitas”.

En 1572 inicia su expedición hacia el Tucumanao, haciendo escala en Santiago del Estero donde deja a su esposa Luisa y a sus hijos más pequeños, y estando allí termina de conformar el cuerpo de su expedición. En Junio 1573 una caravana de más de un centenar de aventureros llega al valle de Quisquisacat junto al río Suquía. El día 6 Julio de 1573 queda oficialmente fundada la ciudad de Córdoba de la Nueva Andalucía.

Fundadores y Pobladores

La expedición fundadora de Jerónimo Luis estuvo conformada por unos 110 españoles (principalmente soldados, más un cura y un escribano), unas 30 carretas, ganado bovino, lanar y una gran tropa de caballos (unos 500 yeguarizos leí por ahí). Junto con los soldados venían al menos 200 indios peruanos como asistentes y portadores (yanaconas). Mayormente era una expedición de conquista y asentamiento, por lo que muchos de estos exploradores fijaron residencia en la naciente ciudad.

En 1577 a los pocos años de ser fundada – y ya muerto el fundador, o mejor dicho asesinado por su sucesor Gonzalo de Abreu-, el Teniente de Gobernador de la ciudad don Lorenzo Suárez de Figueroa recibe el encargo de establecer la traza de la ciudad con la repartición de solares entre los primeros pobladores.

Me tomé el trabajo de reconstruir la traza en formato que permitiera analizar la información de reparticion de solares y asi poder identificar aquellas parcelas que pertenecieron a antepasados de la familia. Los separé en 2 grupos:

• Parientes (gamas de azules)
• No parientes / parentesco desconocido (beige)

Los primeros a su vez divididos en gama de 3 azules del más intenso al más claro: Parientes sanguíneos directos; parientes sanguíneos de 2º grado (hermanos, primos, tíos, o esposa de pariente directo), y por último parientes políticos. (Las parcelas grises son las destinadas a edificios públicos o religiosos).

El resultado es sorprendente. O al menos para mí lo es. Resulta impresionante la cantidad de parcelas azules, más teniendo en cuenta que en aquellos años y en aquél lugar (rodeados de indios sanavironas y comechingones) había muchas chances de acabar aplastado por la rueda de una carreta, infectado de tifus, o atravesado por un flechazo de algún aborigen impulsivo.

La traza estaba formada por una cuadrícula (damero) de 10 cuadras de ancho por 7 de alto, para un total de 70 manzanas. Las manzanas se dividían en 4 solares o parcelas. Cada manzana medía 440 varas españolas por lado (126 metros actuales) de manera que cada parcela tenia una superficie de unos 4.000 m2. Desconozco por que algunos pobladores recibieron más de una parcela (algunos hasta 4). Supongo que asi como mi hermano Juan Pablo cuando hacía milanesas en casa se guardaba las de doble camiseta para él solo, pues de la misma manera habrá habido tráfico de influencias en aquellos primeros años de la ciudad de Córdoba.

Por último y para completar los datos estadísticos, de los 110 españoles que formaron parte de la expedición fundadora, 62 fueron ascendientes de nuestra familia. 33 de ellos ascendientes sanguíneos directos. Hay 4 diferentes ramas directas que conectan a don Jerónimo con los VÁSQUEZ, los ÁVILA y con los RODRÍGUEZ DE LA TORRE. Aquí va una de ellas, por vía de los VÁSQUEZ – MOLINA NAVARRETE:

Imagen de portada: “Camino de Cortéz”. Cuadro del pintor español Augusto Ferrer-Dalmau.